Uvas

Estaba comprando en la frutería con mi hija. Ir con ella daba a la mañana un aire de fiesta. Entró un señor mayor con varios racimos de uva en las manos abiertas «una bolsa no me des que se van a chafar». Maite, la frutera, le acercó una caja de cartón vacía y las uvas la ocuparon toda. Se despidió alegre. Ella dijo:

– Son de su huerto. Mi padre las hubiera limpiado una a una. Se las traía siempre a mi padre y ahora me las trae a mí.

-Ya no está tu padre.

-No.

-El mío tampoco.

-La maldita ley de vida, dijo ella. Y me regaló un ramo de uvas.