Una historia en ruinas.

Un hombre joven al que conozco vagamente habita una casa a la que yo acudo.

Está sentado en un taburete junto a la puerta, la espalda apoyada al muro. Me mira abrir sin cambiar de postura, examina mi cuerpo.

“Quedan cosas tuyas abajo, me indica,  de cuando viviste aquí”.

Abajo.

El “abajo” es un sótano apuntalado con vigas. Se cae. Recojo recuerdos sueltos. Una carta escrita en un papel azul, casi agua, escrita por mi hermana, un puñado de conchas de una playa que no recuerdo, unos zapatos muy pequeños.

Cuando vuelvo arriba, las manos llenas de cosas, el hombre me interroga. Cómo me va la vida, qué hago exactamente, hasta qué punto he cambiado. Yo contesto con torpeza. Noto su deseo y me daría igual acceder a él. Me daría igual. Lo que necesito es su mirada de aprobación sobre mi vida, mi pasado.

Necesito su bendición.

No me la da.

Me dice: “Soy un hombre enfermo. Yo también me estoy cayendo.”

Cris Verbena.