Momento amarillo.

En Madrid hay un solar que ahora es plaza, huerto y parque inventado y cuidado por los vecinos y vecinas. Fuí allí sola un día de invierno con sol. Era media tarde y los niños jugaban en un columpio colgado de la rama de un árbol,en una casa de madera, entre las hileras del huerto. Me senté en un banco cerca del árbol con columpio, tenía todas sus hojas amarillas. Yo miraba sin prisa. Entonces pasó. Un niño saltó con fuerza sobre el columpio, la rama se dolió moviendo todo el árbol y yo recibí una lluvia de hojas amarillas, todas, sobre mi cuerpo. Así celebré el otoño.