“La creatividad está del lado de la salud, es lo que te mantiene cuerdo. Es una forma de ampliar tu mente y calmarte.” Jeanette Winterson.
Arreglando papeles me doy cuenta de cuánto repertorio he ido creando estos años como narradora. Lo siento como un universo propio en el que me muevo libre al empezar a contar. Ahora me apoyo en ese mundo que he ido creando. A veces camino de puntillas sobre él, otras lo paseo o lo bailo.
Cuando empecé a definir la narración oral como ocupación principal, cuando decidí que iba a ser mi trabajo, tuve contramodelos. La locura, la auto-destrucción como destino o castigo por ser artista. Van Gogh, Anne Sexton, Alejandra Pizarnik…En un seminario de literatura Claudio Rodríguez, ese poeta que yo sabía de memoria, nos dijo que nuestra generación, tan joven, no bebíamos lo suficiente para escribir bien. Magda dice que viene del romanticismo la idea del artista buscando en los excesos y en la muerte.
Creo que esta idea tiene consecuencias. No sólo para las personas que nos dedicamos a un oficio creativo sino para cualquiera. Que la posibilidad de “crear” sea propiedad de unos pocos genios o sea algo muy peligroso, que quema si te acercas, tiene consecuencias cotidianas.
El placer que nos puede dar crear un mundo nuestro con palabras, dibujos, movimientos de baile…El placer de lo inútil. La felicidad absoluta que cuenta Van Gogh en sus cartas cuando camina y ve amarillos, verdes. Cuando le pilla la tormenta en campo abierto.
En los talleres de narración veo a la gente contar pedacitos de su vida, veo cómo se transforman contando: los ojos más grandes, el cuerpo abierto, los gestos apropiados a la historia. Veo cómo cambia la escucha de todo el grupo. Cuando este verano hice un juego de abrir puertas en cartulinas con chavales/as mayores imaginaban puertas a lugares hermosos, propios. A veces invitaban a los demás, otras veces querían estar solas. Con sólo rasgar una cartulina aparecían mundos. Esta ahí ese espacio abierto, lo tenemos. Parece que estemos esperando el permiso. Que alguien nos diga: “Venga, imagina, cuenta eso que no te parece tan importante pero quieres contar, canta un poco esa nana. Nadie se va a reir de tí”.
El permiso es nuestro.
Pienso en este mundo inmaterial que he ido creando con mi oficio. Pienso en todos los encuentros que me ha posibilitado este ir de un lado a otro contando historias, encuentros que ahora configuran mi vida afectiva.
Y si. La creatividad puede estar del lado de la salud.