Sesión de cuentos en el Ocejón.

No hay subvenciones de Castilla-La Mancha para los pueblos del Ocejón. Las vecinas/os de los pueblos que organizan pasan la gorra para pagar a los narradores/as. Fui a Campillo de Ranas este sábado. Paramos en Tamajón a ver una ciudad encantada: formaciones de piedra que forman túneles, cuevas y torres de castillo.

TamajónHabía nevado y subí con miedo las curvas. Conté en la antigua casa del Maestro. Se empezó a llenar, faltaron sillas enseguida. Al primer cuento noté la calidad de la atención, como quien bebe con sed de una fuente. Hay veces que nuestro trabajo es necesario, hermoso. Y punto.

Muchas veces acabo las sesiones dando a elegir regalos mágicos: «Dormir en una nube, un camino que te lleve sólo donde tú quieras»… Muchos los invento al momento. «Adivinar el futuro», dije allí.  «No, mejor no».Me dijeron, rápido, los niños/as. «Entonces -estuve a punto de decir-,poder mirar tu pasado».

Me asombró la decisión clara de no querer ver el futuro y me quedé cabezona con mi idea de mirar el pasado. Me intrigó el camino de vuelta. Atisbar por una rendija un momento al azar. Mirar cómo era, cómo sentía. Descubrir si mi pasado es una casa que se está cayendo o una playa abierta con viento.Me gusta aprender del público.

Y me quito el sombrero ante la gente de los pueblos del Ocejón que pasan la gorra para seguir teniendo los cuentos que quieren durante el invierno a pesar de todas las dejadeces políticas. Formas de resistencia. Gracias. Image