Para todos los públicos.

El grupo de adolescentes del pueblo son los primeros en llegar a la sala donde voy a contar. Se sientan juntos en hilera pegados a la pared…y al radiador caliente. Miran llegar a los demás y comentan.
Dos o tres llevan el móvil en la mano todo el rato. Lo miran de vez en cuando. Uno hace una foto a su compañero mientras escucha, lo coge de perfil. Anuncio un cuento largo y me animan: «Sí, sí, uno largo». Chirrían las sillas cuando se mueven.
Esperan hasta que todos los niños y niñas se van para acercarse a saludarme, ya la sala vacía.
«Nos hemos portado bien, ¿no?», preguntan.