…O LA VIDA DEBE OFRECER ALGO MÁS.

Tenía ese cuento de niña. Lo recuerdo con nueve o diez años. Los dibujos en blanco y negro, el formato extraño, cuadrado. Era de Alfaguara. Habla de viajes, de teatro. ¿Cómo no me iba a gustar? Lo leí muchas veces. Entero o sólo el título: ¡Dídola pídola pon…se me quedaba bailando en la cabeza. Salía de casa con él…»o la vida debe ofrecer algo más».

Recuerdo mi asombro de niña al saber que los cuentos los escribía alguien. No eran sólo míos, entonces. Maurice Sendak. Él puso a caminar a Jennie fuera de su casa fuera con la maleta fuera y al ritmo del dídola pídola pon descubre el placer de hacer teatro.

Hoy ya no me asombra que existan autores como Sendak,  autoras como C. Martín Gaite…

pero sí que se puedan morir. Imposible. Imposible.

Aquí va mi homenaje a Sendak.