De: «El cuerpo como lugar de ecos». Fue en la Biblioteca de Guadalajara. Un espacio en penumbra y pases de cinco minutos, dos personas (a veces tres) en cada pase. Estuvimos más tiempo del pensado (el doble) y aún así se quedó mucha gente con ganas de entrar. La gente que vino dijo:«¿Es posible viajar de ida y vuelta en 5 minutos? Si, es posible». (Iñaki) «Es una forma maravillosa e contar un cuento o más bien, de hacer sentir al asistente un relax absoluto y que cada uno imagine su propia historia.«(Ana) «…me habéis hecho sentir que estoy exactamente donde quiero estar.» (Marta)«Toda una experiencia para los sentidos»…(Elena) «Todo emoción«. «Me han entrado unas ganas increíbles de reír, reír, reír, y luego de volver a mi infancia. Me ha sabido a poco» (Marisa)«Venía a solucionar cosas prácticas y sin saber cómo, me he encontrado recordando los domingos de mi infancia»…(Blanca).
Sonó a juego y a acune, sonó a risa y a vuelo, sonaron nanas en los pies y cosquillas en la nuca («Tenemos cosquillas verdes y amarillas…con tanta cosquilla, te caes de las sillas y te desternillas») Sonó más sencillo de lo que esperábamos, más alegre. La otra tarde quedamos a celebrarlo, reímos juntos Dani, Nieves, Magda y yo.
Gracias a Domingo Chinchilla que después de verlo, os contó su experiencia en teatro sensorial y nos dió mil ideas, a Soledad Felloza que intentó hacer fotos, a los narradores que usamos de «conejillos de indias»: Manuel Legolas, Quico Cadaval, Estrella Ortiz, los bibliotecarios y gracias a la gente del seminario de literatura que estuvieron en la puerta organizando los turnos.
Buscaremos otros espacios. Queremos repetir.