Noche de palabras.

Me contó mi padre que él y su hermano se juntaron en casa de sus primos para una boda. Ya no vivían juntos y hacía tanto que no sabían el uno del otro que empezaron a contarse y se les pasaron las horas. Su tía llamó a la puerta. Pensaron que estaban molestando el sueño. «Ya nos dormimos, ya.» «No, dijo su tía, si ya es hora de levantarse.»