Un bebé coge el cuento de PATO. CUA, me dice. CUA, respondo y le empujo despacio con la cabeza. Los dos estamos sentados en el suelo. Él se balancea un poco hacia su madre, ríe. CUA, repite ahora más fuerte, poniendo ronca la voz. CUA, respondo y le vuelvo a empujar. Ríe de nuevo. (Espacio Bebé. PAI. Zaragoza.)
Para acabar la sesión digo una serie de regalos mágicos. Levantan la mano cuando quieren uno. Digo uno de mis favoritos: “Un balón de fútbol que no rompe nada: juegas en el salón de casa, le das a la lámpara y no la rompe. Le das al abuelo y no lo rompe. “ Un niño lo escucha y suelta una carcajada tan bonita que no puedo seguir hablando. Le sigo en la risa. (Biblioteca J. M. Caballero Bonald. Fuenlabrada. Madrid. )
Yo me sé un trabalenguas, dice una mujer: “Butifarra, desenbutifarronaté”. ¡Venga, repite!, me dice. (Taller: Fabular. Biblioteca Pública Huesca.)
A un niño le molesta que su hermano le cuente cuentos porque siempre lo hace cuando él se quiere mover. «Eso en mi familia no pasa nunca”, dice otro niño. (Taller: “Tantos cuentos, tantos mundos.” Caixaforum. Zaragoza).
Una niña sentada a mi lado en el círculo lleva una goma de borrar blanca en la mano. Mientras escucha, la pasa lento por los labios. Parece que se vaya a borrar la boca. (Taller: “Tantos cuentos, tantos mundos.” Caixaforum. Zaragoza).