Estaba en primera fila con sus dos nietas, una a cada lado. Las nietas escuchaban con la misma energía de dos niñas. María tenía los ojos cerrados, parecía no escuchar. Entonces conté de brujas y ella abrió los ojos en un sobresalto, unos ojos enormes de pronto: Cuando yo era pequeña se contaban muchos cuentos de brujas, dijo. ¿De dar miedo o de risa?, le pregunté. De risa. Que volaban con una escoba entre las piernas, rápidas. Me decían: «Si las quieres ver, las ves. Si no las quieres ver, no las ves.» Y yo me asomaba de noche a la ventana rato y rato para verlas, porque quería verlas, y nada. Nada no, que igual las ves esta noche. No, respondió enfadada, ahora ya no quiero verlas.
Fue en Estopiñán del Castillo una tarde de viento del 8 de marzo de 2023, en una sala pequeña y acogedora, de las que permiten el diálogo y así la sesión de cuentos se construye entre todas y nuestro oficio, este de ir contando historias, puede ser lugar de encuentro y asombro y me acuerdo de María muchas veces cuando hablo de brujas.