El cortador de bambú se llama este monogatari japonés del siglo X. Lo leí y tenía que contarlo, asi que adapté la novela a cuento oral poniendo dentro algún haiku. Creía que era una historia para público adulto pero en alguna ocasión lo he narrado con niños y niñas delante que se han quedado muy quietas, como siempre que les cuentas algo que les importa. En febrero, desde AEDA (la asociación de narradores/as en la que estoy) me pidieron que mandara una historia en cien palabras, para celebrar el amor. Mandé el final de esta, cuando ella, la Princesa de la Luna, tiene que marchar:
«Los mensajeros del cielo vienen a buscarla con la luna llena. Ella, Kaguya Hime, pide tiempo para escribir un último poema:…”tu imagen amada se eterniza en mí”. Le dan el frasco con el elixir de la inmortalidad. Ella bebe un poco y le da el resto, con el poema, a un soldado. “Llévalo”. Luego se deja poner el celeste vestido de plumas y vuelve a la Luna. El soldado entrega al Emperador el poema, el frasco.
Él emperador lo lee: “¿Para qué quiere la inmortalidad alguien que ha sido exiliado de su deseo?”. Pide al soldado que suba al monte más alto,queme allí el poema y el elixir. Un humo eterno sube entonces desde el monte Fuji y ella, Kaguya Hime, ya en la Luna, no recuerda nada de lo vivido en la tierra pero el humo de esa hoguera le hace llorar. »