Cuando contar se convierte en diálogo…

8 de marzo. Las mujeres de Mallén reían tan bonito que cambié el repertorio sobre la marcha para escuchar de nuevo su risa, no perderme ese placer. Luego, en los poemas de amor afganos, crearon un silencio denso. «Deberíamos bailar todas, dijo una de ellas al final de las historias de atarantamientos, porque estamos todas atarantadas»…

En Zuera una mujer de primera fila vivió en un respingo todo el cuento de zombis. Me llegaba su susto y  las risas de otras, todo mezclado. «¡Uy!, dijeron cuando acabé, ¿no te vas a echar otro?»

En Utebo, taller largo, las mujeres van contando anécdotas, imágenes de sus vidas. Algunas muy hermosas. La primera regla recibida como regalo, una puerta en el colegio de monjas donde vivía que SIEMPRE estaba cerrada. Tan cerrada que ellas pensaban que al otro lado, debía haber monjas muertas. Una isla toda azul donde, para las fiestas, se visten de blanco…Enlazan cuentos tradicionales con vivencias propias,y así juegan a contarse. Yo lo ví, lo admiro.

Janeth. Alumna del curso de Utebo, inventario de voces.