Hago collages. Recorto de revistas, frases de periódicos, dibujos míos o no y lo junto con un trozo de cuerda y un pétalo. A veces con mi hija, casi siempre sola. El ruido del papel rasgado, el de la tijera al cortar, los colores. Normalmente, como al contar, va saliendo un tema, un hilo conductor de las imágenes que antes no imaginabas.
Por este juego mío me quedé tan quieta cuando vi en el Museo de Albuquerque (Nuevo México) un tríptico de Melissa Zink trabajado con la técnica del collage y una cita preciosa al lado en la que cuenta que cuando empezó a pintar (a los 40 años) no consideraba “material importante” su propia vida, fantasías, memorias de infancia y eso era como “caminar con una maleta enorme llena de magia y no poder abrirla porque las normas (del arte) así lo ordenan…era como tratar de pintar con una mano atada en la espalda.”
«It’s like you are walking around with this enormous suitcase full of magic and you are never allowed to open it because the rules says that the things in that suitcase are not worthy of artistic considerations. Worlds, chilhood memories, pretend fantasy, archeology-all that. And so, until I can open that suitcase I didn’t really have anything to work it. It was like trying to paint with your hand tied behind your back.»
Pensaba en los cuentos. Cuánto nos contamos con nuestro repertorio. Cómo necesitamos partir de nosotras mismas para llegar a otros mundos. Creo que yo también empecé a contar decente cuando «me solté la mano atada a la espalda. » A la mañana siguiente tenía un taller con profesores en el Instituto Cervantes. Empecé hablando de esta mujer y su forma de crear, como si hubiera podido charlar con ella en mi visita al museo.Y de algún modo…
Compendium of Certain Languages of Love, 2000: