En la escuela de Zaidín me recibieron con este cartel:
Las niñas/os de infantil me habían imaginado alta, melenas largas, manos enormes, sonrisa, gorda con pies asomando…fué como si me hicieran cosquillas, empecé riendo la sesión. Cuando terminaba un cuento me animaban a seguir: «Otra, otra»…
Hace un par de años en Jaraba, una sesión para infantil, un niño de cinco años que escuchaba con entusiasmo me interrumpió para preguntar: «¿Tú tienes casa aquí?» «No», le dije. «Pues hay un solar vacío al lado de casa de mis padres. Yo te voy a hacer una casa».
En el cole de Alcañiz, los dibujos que me habían hecho de bienvenida colgaban de una cuerda, funambulistas de colores, de un lado a otro del hall.
«Te lo has currao», me dijo un hombre de un pueblo pequeño al final de una sesión.
Este es mi trabajo, de horas sola y carretera, y de encuentros sorprendentes y cosquillas que te hacen sonreír aún pasado mucho tiempo, gracias.